HORROR VACUI VERSUS DISEÑO
Hace unas semanas me fijé en el fantástico cartel del reciente remake de la película West Side History, y pensé en que era lo que había hecho que me detuviera en él. Y sin dudarlo supe que todo ese espacio en blanco era lo que había atrapado mi mirada.
Horror Vacui es el término que se utiliza en la crítica de Arte para definir, lo que está lleno hasta la saciedad, lo completo, literalmente significa “horror al vacío”. La mirada humana no sabe donde reposar cuando nos enfrentamos a un objeto visual totalmente lleno, lo que hace que estemos alerta, saltando de una zona a otra de la obra.
Aunque este abigarramiento ofrece resultados interesantes en la historia del Arte, lo que me atrae es justamente lo contrario, ese “vacío” que, en ocasiones, hace que un proyecto artístico o de diseño sea un gran trabajo.
Uno de los requisitos para el buen diseño es eliminar quitar, quitar, quitar, hasta que duela. El vacío resaltará las formas, centrará la mirada, haciendo verdad la famosa frase de “Menos en Más” de Mies Van Der Rohe.
Los diseñadores gráficos sabemos la fuerza que se obtiene al dejar zonas vacías en un trabajo, como manejar esa nada, es una de las claves, para lograr un buen trabajo. A esa sensación de los espacios que dejamos vacíos, entre formas, caracteres, etc. lo llamamos respirar, ¡qué entre el aire! Curiosamente me he encontrado a lo largo de mi carrera; clientes que me preguntan porqué todo es pequeño o “no hay nada” en un fondo blanco y te piden hasta la saciedad que lo rellenes o que lo engrandezcas; y te suplican “más grande, más grande… ¡más grande!”
Pero no sólo el vacío en el diseño gráfico o en las artes plásticas requiere importancia, también en el mundo de la música, los silencios son claves en la composición, esto llega a su culmen con la pieza 4,33”, (1952) la más controvertida del compositor John Cage, en la que, en la partitura, con una única palabra “Tacet” (es el término utilizado para indicar silencio) se indica al intérprete que ha de guardar silencio y no tocar su instrumento durante cuatro minutos y treinta y tres segundos. Es sabido que la contemplación de unos lienzos completamente blancos le inspiraron para crearla.
Otra cosa es la idea de miedo al lienzo blanco, ese momento previo a la creación, sea la que sea, una melodía, un cuadro, un relato; ese si es el verdadero horror al vacío, pero el vacío a no saber si llegará la inspiración deseada y a obtener un resultado que cumpla con las expectativas autoimpuestas. Ya sabemos que ese miedo, igual que todos, es más llevadero cuando más te enfrentas a él. Eso si, llenarlo o no, dependerá de criterios estéticos, culturales y en ocasiones, de algunos clientes.